SOL DE INVIERNO La noche ha sido gélida. Era de madrugada cuando se consumían las últimas brasas del hogar y notaba cómo un intenso frío penetraba en mi cuerpo, adueñándose de mi alma. Me he levantado aterido a esperar el amanecer cubierto con una manta. Al alba, una fina capa de escarcha teñía el monte de un efímero color blanco y la ausencia de follaje invitaba a descubrir rincones del paisaje vedados el resto del año. Permanecía absorto tras el ventanal, cuando he advertido con espanto el paso de los años, al ver el reflejo de mi rostro en el cristal… Solo me quedan imágenes borrosas del niño que fui en brazos de mi padre, del chico que jugaba con su hermana en el largo pasillo de casa, del adolescente que se resistía a separarse de las faldas de su madre, del joven que sintió el amor por vez primera. La melancolía ha invadido mi espíritu, que languidece y me arrastra a un estado de profunda apatía. Cuando la claridad del día ilumina cada rendija de la habitación, me rebelo...