1 y 2 de noviembre Recibí el influjo de la Iglesia Católica en la infancia; la idea del pecado y del remordimiento, la creencia en lugares como el purgatorio o el infierno configuraron mi carácter, aunque todavía no supiera distinguir el bien del mal. Fue una labor realizada a conciencia, cocinada a fuego lento, capaz de influir en el devenir de mi vida a pesar de las mudas que pudieran acontecer en mis convicciones. El sentimiento religioso que se generó propició que algunas fechas del calendario cobraran una gran importancia para mí. A día de hoy, solo el día de Todos los Santos y la Conmemoración de los Fieles Difuntos -1 y 2 de noviembre- han conservado un lugar destacado en mi corazón. Hace más de una década que falleció mi ama tras padecer, durante diez años, una demencia que fue borrando su memoria. Cuando ella murió quise olvidar los estragos causados por su dolencia, intentaba protegerme del dolor manteniendo los buenos recuerdos que tenía de ella. Sin embargo, la me...